Desde la Edad Media, los “crucenos” o “cruceros”, peregrinos que querían llegar hasta la Cruz custodiada en Santo Toribio de Liébana, peregrinaban por el Camino Lebaniego hasta llegar al monasterio también para adorar los restos del Santo Toribio de Astorga. A la Cruz y a los restos del Santo se le atribuían propiedades curativas y milagrosas.
Toda reliquia o vestigio religioso vinculado a un lugar santo de relevancia, en el mundo cristiano está ligado a un Camino de Peregrinación. Y, en esto, Cantabria ocupa un lugar destacado por su peculiaridad: Cantabria es la única región del mundo cristiano que cuenta con DOS CAMINOS DE PEREGRINACIÓN.
Por un lado, por Cantabria transcurre la parte del Camino de Santiago que se conoce como Camino del Norte; por otro lado, Cantabria cuenta con su propio Camino de Peregrinación con destino santo jubilar, el Camino Lebaniego, que se separa del Camino del Norte, en Muñorrodero, a 12 km. de San Vicente de la Barquera, y llega hasta Santo Toribio de Liébana.
Desde la Edad Media está registrada la afluencia de peregrinos al Monasterio Santo Toribio de Liébana, donde descansaban los restos del Santo, al que se le otorgaban propiedades curativas y milagrosas. Allí se acudía, igualmente a adorar al Lignum Crucis, por eso a los peregrinos del Camino Lebaniego se les conocía como “crucenos”, "Peregrinos de la Cruz”, los que llegaban a adorar a la Cruz. En el oficio religioso se les acoge todavía hoy con estos versos cantados:
Toda reliquia o vestigio religioso vinculado a un lugar santo de relevancia, en el mundo cristiano está ligado a un Camino de Peregrinación. Y, en esto, Cantabria ocupa un lugar destacado por su peculiaridad: Cantabria es la única región del mundo cristiano que cuenta con DOS CAMINOS DE PEREGRINACIÓN.
Por un lado, por Cantabria transcurre la parte del Camino de Santiago que se conoce como Camino del Norte; por otro lado, Cantabria cuenta con su propio Camino de Peregrinación con destino santo jubilar, el Camino Lebaniego, que se separa del Camino del Norte, en Muñorrodero, a 12 km. de San Vicente de la Barquera, y llega hasta Santo Toribio de Liébana.
Desde la Edad Media está registrada la afluencia de peregrinos al Monasterio Santo Toribio de Liébana, donde descansaban los restos del Santo, al que se le otorgaban propiedades curativas y milagrosas. Allí se acudía, igualmente a adorar al Lignum Crucis, por eso a los peregrinos del Camino Lebaniego se les conocía como “crucenos”, "Peregrinos de la Cruz”, los que llegaban a adorar a la Cruz. En el oficio religioso se les acoge todavía hoy con estos versos cantados:
"Peregrinos de la Cruz
ya en la Puerta del Perdón,
Venimos con alegría
al encuentro del Señor"
El Camino Lebaniego junto con la Ruta Vadiniense hacían de pasarela entre el Camino del Norte y el Camino Francés, en Mansilla de la Mulas, para llegar a Santiago de Compostela. Históricamente tenía mucho sentido que los peregrinos que llegaran hasta Santo Toribio continuaran Camino hasta el lugar de descanso del Apóstol.
Ambos caminos de peregrinación han sido declarados recientemente Patrimonio de la Humanidad Unesco.
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