Hay quien dice que esta experiencia es mejor vivirla en soledad. La realidad es que en el recorrido uno nunca llega a aislarse del todo. Elegir un buen compañero de viaje acaba siendo una decisión clave.
¿Hacer el Camino de Santiago solo o en compañia?
En el Camino de Santiago nunca te encontrarás desamparado y, día a día, conocerás a otros muchos peregrinos y gentes de los lugares que recorras. Pues, precisamente, marchar en solitario hace ser más receptivo y facilita el trato con los demás. Por otra parte, gozaremos de plena autonomía a la hora de planificar etapas y tomar cualquier otra decisión.
Luego, ya en el Camino, comprobaremos que aunque hayamos partido en solitario, la propia dinámica de la peregrinación nos va uniendo con los peregrinos que coincidimos día a día. Es decir, espontáneamente formaremos parte del día a día de esta ruta milenaria. No es necesario formar grupo de antemano.
“Yo ya no sé qué hacer. Te he dicho palabras de amor, te he enviado flores... Yo no puedo poner más de mi parte. Eres tú la que tienes que aclararte. No podemos seguir así. No nos merecemos esto. Entonces, mejor dejarlo y punto..., ¿entiendes? Que te quede claro: no me puedes llamar cada hora. Déjame vivir mi experiencia tranquilamente”. Es un peregrino en León hablando por el móvil con su novia. Es indicativo de cómo el camino de Santiago puede poner a prueba las relaciones de pareja.
“Cada noche tengo que pasar el control de calidad”, bromeaba un catalán que tenía que llamar puntualmente a su mujer para hacer el balance del día de pedaleo. Son muchos los que sostienen que este recorrido tiene una vertiente espiritual que se aprecia mejor en la soledad.
La mayoría de los que van en bici prefieren ir en grupo. “Si vas solo acabas abandonando al cabo de un día”, decía Sergio, un italiano que arrastra lesiones. Es cierto: en el ciclismo, tener a alguien de locomotora que anima a la tropa marcando el ritmo representa una ayuda inestimable. Parejas de novios ciclistas no se ven a menudo, pero los que optan por ir en compañía tienen muchas posibilidades.
En este sentido, es llamativa la historia de un joven chaval de Alicante que viajaba acompañado por su padre, que está en la sesentena. “Es una bonita ocasión para pasar juntos las vacaciones”, dijo.
Si el grupo es numeroso es difícil a veces mantener la armonía. Unos mallorquines acabaron casi peleados porque algunos preferían levantarse tarde por la mañana. Puede ser por una bronca o simplemente por las ganas de reflexionar en plena soledad: por una razón u otra, es común ver a gente que decide separarse un día o dos, para volver a encontrarse al cabo de un par de días en un albergue.
Los que creen que es mejor no involucrar a determinados miembros de la familia en esta aventura se equivocan. Y si no, quédense con estas imágenes del Camino: una pareja de extranjeros, de corte anglosajón o escandinavo, que arrastra el carrito de su bebé; dos jóvenes españoles que van con su pastor alemán (“lleva su propia mochila fijada en el cuerpo”) y un francés que no se separa de su mula. Juntos, pero no revueltos.
¿Sólo o en grupo?
Sin dudarlo, nosotros que somos peregrinos veteranos, te aconsejamos que realices el Camino de Santiago en solitario. La experiencia del Camino se basa en el "encuentro", y precisamente cuando alguien quiere marchar en solitario es cuando se va abierto a todo aquello que, en éste caso el Camino, nos puede aportar. Además, a lo largo del Camino tendremos todo cuanto necesitaremos.
En el Camino de Santiago nunca te encontrarás desamparado y, día a día, conocerás a otros muchos peregrinos y gentes de los lugares que recorras. Pues, precisamente, marchar en solitario hace ser más receptivo y facilita el trato con los demás. Por otra parte, gozaremos de plena autonomía a la hora de planificar etapas y tomar cualquier otra decisión.
Luego, ya en el Camino, comprobaremos que aunque hayamos partido en solitario, la propia dinámica de la peregrinación nos va uniendo con los peregrinos que coincidimos día a día. Es decir, espontáneamente formaremos parte del día a día de esta ruta milenaria. No es necesario formar grupo de antemano. Esta experiencia hace que las Asociaciones no se dediquen a formar grupos de peregrinos.
Pero también hay personas que se plantean realizar el Camino en grupo. Pueden ser amigos, compañeros de estudios o trabajo, etc. Unos irán tal cual, y otros usarán un vehículo de apoyo logístico que le facilite el traslado del equipaje u otras necesidades. Desde luego, son tan peregrinos como quienes lo hacen en solitario, pero conviene subrayar que lapreferencia en los refugios la tienen los peregrinos en solitario. Es fácil comprender: sí hay que volcar la tradicional hospitalidad jacobea, que no es sino la caridad cristiana, esto hay que hacerlo sobre el más débil, que es quien camina sólo.
Los grupos por su economía compartida y sus medios logísticos (autobús, coche, material de acampada, etc) deben buscarse otros tipos de alojamientos (camping, polideportivos, colegios, residencias, hostales, etc.) Si pernoctan en los refugios porque es día hay capacidad para albergarlos, los grupos deben respetar las normas del lugar así como el descanso y la convivencia con el resto de los peregrinos.
Los grupos no son un mundo aparte y deben integrarse con el resto de los peregrinos, pero debemos hacer notar que tienden a vivir al calor de su identidad. Eso no es bueno, pues la riqueza del Camino brota por doquier, y el grupo debe establecer una apertura real a los demás aunque ello suponga una leve pérdida de su identidad.
¿Es peligroso hacer el Camino de Santiago sola?
No, definitivamente no lo es. Lo comprobé en mi primer contacto con el Camino, en 2011, y por eso en esta segunda oportunidad no dudé ni un momento cuando se me planteó la opción de continuar en solitario.
En circunstancias normales te has acostumbrado a mantenerte alejada de situaciones potencialmente peligrosas: esquivarás a un grupo de chicos que se ríen sonoramente a la puerta de un bar, tratarás de dar esquinazo a un hombre que camine detrás de ti si la calle está demasiado solitaria, procurarás ir siempre por las zonas más concurridas e iluminadas, cambiarás de acera si crees que pueden decirte algo cuando pases…
Sí, nuestro mundo es machista, no es ningún secreto. Tampoco que deberían educarles a ellos para darse cuenta de que muchos de sus comportamientos, socialmente normalizados, están MAL (sin peros ni grados, mal y punto). Pero nos educan a nosotras para tener cuidado y guardarnos. Y como consecuencia (una de tantas), nos vemos de privadas de tener grandes experiencias como esta únicamente por miedo.
Yo también tomo esas precauciones y hago esas cosas, yo también creía que podía ser peligroso antes de conocerlo. Pero el camino es diferente a todo cuanto he conocido, incluso en esto, por algo prácticamente mágico y fuera de lo común: la igualdad y respeto absolutos entre peregrin@s.
Allí no eres el sexo débil ni un trozo de carne ni una víctima fácil: eres peregrina. Sin connotaciones sexistas. Joanna, Marie, Sabela, María, Vereena, Jessy, yo misma y muchas, muchas más, podemos corroborarlo.
Y hasta tal punto es seguro que puedes hacer cosas que no harías en ningún otro sitio como, por ejemplo, dejar tus pertenencias tranquilamente junto a tu cama, irte sin miedo a dar un paseo, y saber que estarán allí cuando vuelvas.
Pero cuidado: en las zonas donde se da una mayor afluencia de peregrinos, he conocido casos de personas que se visten como si lo fueran y entran a robar. Eso le ocurrió a Rod, un australiano con el que compartí gran parte del camino y que fue víctima de un robo en Finisterre, con el albergue municipal tan lleno de gente que era imposible saber quiénes eran realmente peregrin@s. Le robaron su cartera, su cámara de fotos, su diario de viaje, su pasaporte…
En circunstancias normales te has acostumbrado a mantenerte alejada de situaciones potencialmente peligrosas: esquivarás a un grupo de chicos que se ríen sonoramente a la puerta de un bar, tratarás de dar esquinazo a un hombre que camine detrás de ti si la calle está demasiado solitaria, procurarás ir siempre por las zonas más concurridas e iluminadas, cambiarás de acera si crees que pueden decirte algo cuando pases…
Sí, nuestro mundo es machista, no es ningún secreto. Tampoco que deberían educarles a ellos para darse cuenta de que muchos de sus comportamientos, socialmente normalizados, están MAL (sin peros ni grados, mal y punto). Pero nos educan a nosotras para tener cuidado y guardarnos. Y como consecuencia (una de tantas), nos vemos de privadas de tener grandes experiencias como esta únicamente por miedo.
Yo también tomo esas precauciones y hago esas cosas, yo también creía que podía ser peligroso antes de conocerlo. Pero el camino es diferente a todo cuanto he conocido, incluso en esto, por algo prácticamente mágico y fuera de lo común: la igualdad y respeto absolutos entre peregrin@s.
Allí no eres el sexo débil ni un trozo de carne ni una víctima fácil: eres peregrina. Sin connotaciones sexistas. Joanna, Marie, Sabela, María, Vereena, Jessy, yo misma y muchas, muchas más, podemos corroborarlo.
Y hasta tal punto es seguro que puedes hacer cosas que no harías en ningún otro sitio como, por ejemplo, dejar tus pertenencias tranquilamente junto a tu cama, irte sin miedo a dar un paseo, y saber que estarán allí cuando vuelvas.
Pero cuidado: en las zonas donde se da una mayor afluencia de peregrinos, he conocido casos de personas que se visten como si lo fueran y entran a robar. Eso le ocurrió a Rod, un australiano con el que compartí gran parte del camino y que fue víctima de un robo en Finisterre, con el albergue municipal tan lleno de gente que era imposible saber quiénes eran realmente peregrin@s. Le robaron su cartera, su cámara de fotos, su diario de viaje, su pasaporte…
Bueno, a mí me robaron un tanga del tendal, pero quiero pensar que eso fue un error porque el resto de hipótesis son demasiado… ejem… ya sabes.
Recuerda que en las ciudades/pueblos con mayores concentraciones de peregrin@s, hay quien puede ver una oportunidad de robar fácilmente en los albergues las cosas que dejamos allí cuando nos vamos a dar un paseo. Te darás cuenta de que en los albergues más pequeños o de las zonas menos concurridas esto resulta imposible, porque no hay tal cantidad de gente entrando y saliendo constantemente sin llevar cierto control.
¿Es aburrido hacer el Camino de Santiago sola?
Uy, qué va, ¡todo lo contrario! ¿Sabes cuánto tardarás en encontrar a gente afín con la que probablemente tengas más cosas en común que con la mayoría de la gente de tu entorno habitual? Ya te lo digo yo… ¡una etapa!
A no ser que hagas uno de los caminos menos transitados en una de las épocas más duras, ya sea durante la jornada o en los albergues, coincidirás con personas de actitud totalmente abierta y amistosa. Hasta el punto de que es natural comenzar a charlar tranquilamente con personas desconocidas o, incluso, formar en un solo día un grupo que puede mantenerse unido muchos más.
Si quieres estar acompañada podrás estarlo, pero no sólo eso. Harás amistades que, te aseguro, se mantendrán toda la vida si tienes algún interés en cuidarlas. La concentración de personas interesantes por metro cuadrado es alucinante y no tardarás en descubrirles.
Conocer las motivaciones de cada cual, sus experiencias, lo que han ido aprendiendo, sus descubrimientos… No hay nada más lejano al aburrimiento: si te gusta la gente, claro está. Y aunque normalmente no te guste, encontrarás personas tan especiales y con tanto magnetismo, que desprenden tanta buena energía, que acabarás reconciliándote con el género humano.
Y si quieres estar sola, también tendrás muchas oportunidades para estarlo. Fueron muchos días los que caminé sin compañía durante los kilómetros que exigiera la etapa y después, al llegar a destino, me reencontraba con mis amig@s y siempre con alguien nuevo.
Tendemos a huir de la soledad pero, una vez que hemos descubierto que no es peligrosa, debemos comprender que es necesaria. Que encontrarnos cara a cara con nosotras mismas, sin intermediarios, es algo que nos hace falta. Lejos del ruido y de quiénes somos cuando estamos con otras personas.
Si has decidió hacer el camino de esta forma, aunque te encuentres con personas increíbles, no dejes de regalarte algunas etapas yendo sola de verdad. Deja que la fatiga y las horas en silencio, pensando, hagan cosas inesperadas contigo. Aprende a domesticar tus miedos, a convivir con ellos y a ponerlos en el lugar que deben ocupar, muy por detrás de ti.
Pronto comprenderás que la soledad, como muchas otras cosas, solo puede resultar dañina si no sabes utilizarla en tu beneficio. Si no la aceptas. Y eso es algo que todas deberíamos aprender para poder crecer siempre en la dirección de la independencia y la autosuficiencia.
A no ser que hagas uno de los caminos menos transitados en una de las épocas más duras, ya sea durante la jornada o en los albergues, coincidirás con personas de actitud totalmente abierta y amistosa. Hasta el punto de que es natural comenzar a charlar tranquilamente con personas desconocidas o, incluso, formar en un solo día un grupo que puede mantenerse unido muchos más.
Si quieres estar acompañada podrás estarlo, pero no sólo eso. Harás amistades que, te aseguro, se mantendrán toda la vida si tienes algún interés en cuidarlas. La concentración de personas interesantes por metro cuadrado es alucinante y no tardarás en descubrirles.
Conocer las motivaciones de cada cual, sus experiencias, lo que han ido aprendiendo, sus descubrimientos… No hay nada más lejano al aburrimiento: si te gusta la gente, claro está. Y aunque normalmente no te guste, encontrarás personas tan especiales y con tanto magnetismo, que desprenden tanta buena energía, que acabarás reconciliándote con el género humano.
Y si quieres estar sola, también tendrás muchas oportunidades para estarlo. Fueron muchos días los que caminé sin compañía durante los kilómetros que exigiera la etapa y después, al llegar a destino, me reencontraba con mis amig@s y siempre con alguien nuevo.
Tendemos a huir de la soledad pero, una vez que hemos descubierto que no es peligrosa, debemos comprender que es necesaria. Que encontrarnos cara a cara con nosotras mismas, sin intermediarios, es algo que nos hace falta. Lejos del ruido y de quiénes somos cuando estamos con otras personas.
Si has decidió hacer el camino de esta forma, aunque te encuentres con personas increíbles, no dejes de regalarte algunas etapas yendo sola de verdad. Deja que la fatiga y las horas en silencio, pensando, hagan cosas inesperadas contigo. Aprende a domesticar tus miedos, a convivir con ellos y a ponerlos en el lugar que deben ocupar, muy por detrás de ti.
Pronto comprenderás que la soledad, como muchas otras cosas, solo puede resultar dañina si no sabes utilizarla en tu beneficio. Si no la aceptas. Y eso es algo que todas deberíamos aprender para poder crecer siempre en la dirección de la independencia y la autosuficiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario